La princesa del invierno eterno

Han pasado muchos años desde que la Princesa del Invierno Eterno se perdió en el castillo de Hielo. Desde entonces, el país donde vivía, enmarcado en los paisajes nevados de los Alpes, fue presa del intenso y frío invierno. Nadie más ocupó el trono durante años y años, y la tristeza acompañaba a los habitantes de aquel reino, ya que la princesa se había desvanecido con la llegada de la nieve. ¿Podrá alguien desentrañar el misterio de lo ocurrido con la joven princesa y salvar el país antes que sea demasiado tarde? La princesa del invierno eterno era conocida por toda la tierra como la bella representante del frío. Todos la veneraban por su don de la mitad de su corazón: Aberdrean. El invierno eterno había llegado con ella, una maldición de los dioses. Era una belleza en la naturaleza, pero también una pesadilla para los pueblos que la rodeaban, privados de la luz del sol durante los meses de invierno.

Por años, la gente intentó derrotar a la princesa en una batalla que ella sabía que no podía ganar, aunque luchó con todas sus fuerzas. A medida que se acercaba el invierno, más desolados se volvían los campos y el frío se hacía más intenso. Nadie estaba seguro de qué era lo que estaba pasando, y de pronto, todos los días eran de frío intenso.

Sin embargo, había quienes aún seguían creyendo en la princesa. Estas personas acudían a su castillo helado, construido en la parte más oscura e inhóspita de la montaña. Llevaban consigo regalos y ofrendas como muestra de su devoción. Entre ellos, un niño de nombre Fremon, quien había perdido a su familia debido a la nefasta condición de la tierra.

En su primer encuentro, la princesa sintió un profundo cariño por el muchacho y lo invitó a sentarse junto a ella. Compartieron conversaciones sobre el invierno eterno y por qué estaba allí. Ella le contó que había luchado durante muchos años contra los dioses, pero siempre había sido derrotada. El niño entendió su situación y prometió que juntos superarían aquella maldición.

Pasaron los meses y Fremon le enseñó a la princesa todos los conocimientos que tenía para ayudarla a vencer el invierno. Pero el niño también descubrió algo más: un vínculo misterioso entre el invierno eterno y el corazón de la princesa. Tenía la habilidad de enfriar su corazón cuando abrazaba a los demás.

Cuando comenzó el nuevo invierno, la princesa estaba a punto de iniciar su última batalla. Usando la energía de todos los seres vivos que la rodeaban, invocó una poderosa magia alrededor de sí y derrotó a los dioses. El invierno eterno había terminado y con él, el don de la princesa.

Fremon se sintió honrado de experimentar el amor que la princesa le había demostrado, y se prometieron no olvidar nunca aquel día. Desde entonces, todos los años, cuando llegaba el invierno, iba al castillo de la princesa para recordar el amor de un corazón fuerte. Y, gracias a ellos, era la princesa del invierno eterno. Y así, después de mucha lucha y destreza, La princesa del invierno eterno logró vencer todos los obstáculos que se le interponían, liberando al reino de cualquier temor. Honorada como una valiente heroína, siempre será recordada por su hazaña formidable.