La princesa y el unicornio dorado

Había una vez una tierna princesa que encontró un unicornio dorado en el bosque. Esta era una criatura mística y hermosa, una figura encantadora que fascinó a la princesa desde el primer momento. La princesa no tenía miedo, ya que el unicornio era un símbolo de bondad y sabiduría; por lo que se acercó para conocer a este hermoso ser. ¿Dónde se encontraba el destino de la princesa y el luminoso unicornio dorado? Cuenta la leyenda que había una princesa llamada Beatriz que vivía en un reino mágico en el corazón de los bosques. Ella era hija del rey y de la reina quienes gobernaban el reino. La reina siempre quería que su hija recibiera un animal de compañía, pero Beatriz nunca le preguntó al respecto.

Un día, cuando Beatriz se internaba en los profundos bosques, encontró a un hermoso unicornio dorado descansando bajo un árbol de manzanas. El unicornio era muy especial, con su melena dorada al viento, sus ojos azules brillaban y sus crines era un amasijo de estrellas. Beatriz se acercó a él y el unicornio se acurrucó lentamente junto a ella.

Los dos se hicieron amigos inmediatamente y el unicornio le contó a Beatriz sobre el reino de los unicornios, donde reinaba su hermana. Según su hermana, un unicornio era el mejor animal para una princesa, pues proporcionaba el amor, la compañía y la lealtad necesarios.

Beatriz quedó encantada y decidió adoptar al unicornio. Así que lo entrenó, lo acarició y alimentó con fruta de los árboles de manzanas de los bosques. Siempre que podía, iba con él para explorar el bosque. El unicornio le dio nombre de “Esperanza”, pues creía que ella era una princesa llena de esperanza para todos los seres del reino.

Un día, el rey del reino los descubrió en una de sus salidas por el bosque. Fue una sorpresa para el rey, pero al ver el comportamiento de Esperanza, se sintió encantado. Así que decidió presentar a Esperanza como el animal de compañía de Beatriz.

A partir de entonces, la princesa Beatriz y el unicornio dorado Esperanza emprendieron aventuras juntos por los bosques, visitando a los reinos y disfrutando de la compañía del uno al otro. Juntos, confiaron en la magia de la amistad y el amor de los seres de otros reinos.

Cada noche, los dos recorrían el bosque para ver la luna, y Beatriz le contaba historias sobre el amor y la amistad que se extendían más allá de todos los reinos. Poco a poco, se fue estableciendo un vínculo entre ellos cada vez más fuerte.

Un día, Beatriz decidió llevar a Esperanza de vuelta al reino de los unicornios. Allí, el reino enteró se reunió para darles la bienvenida. Todos estaban encantados de ver al unicornio dorado y lloraban de emoción al ver el gran amor que Beatriz y Esperanza compartían entre sí.

Durante las siguientes semanas, Beatriz visitó el reino de los unicornios con Esperanza a su lado. La princesa compartió historias y anécdotas sobre la vida en su propio reino. Escucharon consejos sobre la magia de la amistad y el amor, y tomaron conciencia de que todos los seres son parte del mismo mundo.

Y así fue como la princesa Beatriz y el unicornio dorado Esperanza se convirtieron en dos amigos inseparables para siempre. Juntos, seguían descubriendo la magia de los reinos mágicos, el amor de los seres de distintos mundos y una verdadera compañía para ella. La princesa y el unicornio dorado siguieron viviendo felices y contentos a partir de aquel momento. Se divertían juntos, cabalgando en el prado de la floresta, cantando y bailando por las noches y jugando a juegos de la amistad en los días soleados. Su historia se contará durante generaciones para recordar a aquellos que buscan el verdadero amor y la magia que lo acompaña.