La princesa y el lago de los cisnes

En el antiguo reino de Dranlandia, había una magnífica y hermosa pradera que lindaba con un profundo lago. Ese lago estaba por encima de todo en el lugar, atrayendo la fascinación de todos los que lo veían. En la orilla, había un majestuoso castillo, del que residía la princesa Anita. Cada tarde, cuando el sol caía, Anita caminaba alrededor del lago, observando los cisnes que nadaban pacíficamente en sus tranquilas aguas. Aquello puso su imagunación a volar, deseando saber cuales eran los misterios atesorados por el fondo del lago. Había una vez, en un país muy lejano, una princesa de cabello rubio y ojos azules. Esta princesa vivía en un hermoso palacio rodeado de bosques y un lago de maravillosos cisnes.

Cada día, la princesa andaba hasta el lago y se deleitaba con la vista de los cisnes nadando por el lago. Mirar los hermosos cisnes nadando tranquilamente la hacía sentirse relajada y feliz.

Un día, la princesa tuvo una extraña idea. Decidió pedirle a uno de los cisnes un deseo que no fue revelado, pero seguramente estaba relacionado con el deseo de una princesa de un conto de hadas.

Al día siguiente, la princesa se dirigió al lago con la intención de hacer que su deseo se cumpla, pero descubrió que todos los cisnes habían desaparecido del lago. Esta conspiración parecía extraña y, para su desesperación, se dio cuenta de su error.

La princesa se había desatendido y no había proporcionado alimento para los cisnes durante algunas semanas. Los cisnes no tenían otra opción más que nadar hacia un lago más cercano.

Conocedora de su error, la princesa comenzó a llorar amargamente. En el fondo de su corazón sabía que el deseo que preservó con tanto cariño nunca se realizaría.

Sin embargo, un día cercano al atardecer, los cisnes regresaron al lago. La princesa se alegro enormemente, pero también sintió una profunda pena. Estaba a la vez feliz y triste por el destino de sus amables amigos.

Tras su regreso, los cisnes instalaron una fiesta al amanecer para el grupo, en la que se representó una obra teatral sobre el destino de los cisnes y la princesa.

Los espectadores lloraron al escuchar la profunda historia. La magia del cuento de hadas seguía presente en el aire, y los cisnes decidieron conceder un deseo a la princesa como regalo por su tristeza.

Y el gran día llegó. Los cisnes convocaron una reunión en la que la princesa narró su deseo. Pero inesperadamente, el deseo fue diferente de los típicos deseos de una princesa de un cuento de hadas.

En vez de pedir algo material, la princesa deseó ser feliz y estar en armonía con su entorno. Los cisnes sonrieron satisfechos y aprobaron el deseo.

Desde entonces, la princesa vive feliz con sus amigos cisnes alrededor del lago. Siempre que la princesa se siente triste, sus amigos la acompañan y la hacen reír. Y aunque el deseo no era perfecto, la princesa nunca volvió a repetir el error. La princesa se marchó con un corazón lleno de alegría al saber que el lago de los cisnes engalanaría el reino para siempre. Sucesivas generaciones podrán disfrutar de este precioso paraíso entre los ríos y el prado. La princesa había encontrado su lugar de paz, y de esta manera, el cuento de “La princesa y el lago de los cisnes” concluye felizmente.