Cuentan que en los tiempos antiguos, había una joven princesa de nombre Saria. Ella era conocida como “La princesa y la llave del cielo”, ya que la llave que llevaba en su vientre tenía un enorme poder. Esta llave, mágica y única, tenía el poder de abrir la puerta del cielo. Desde entonces, el destino de la princesa ha estado ligado a esta llave, y a lo que esta traerá para el mundo. Estaba una vez una hermosa princesa que vivía en un bello y grandioso castillo, rodeada por los sinfines de la naturaleza que habitaban en los alrededores. La princesa era de una clase muy privilegiada, ya que era la única hija de los reyes de aquel reino.
Los padres de la princesa eran muy amables con ella, la cuidaban mucho y la llenaban de regalos caros. Ellos creían que esta era la mejor forma de mostrar cariño por su única hija.
Pero un día, la princesa recibió un regalo que para ella fue más especial que cualquier otro. Era una llave de oro con una hermosa inscripción en ella: “La llave para abrir el cielo”. La princesa no entendía qué significaba aquello, pero se sentía atraída de alguna manera hacia la llave.
La princesa comenzó a hablar con su madre sobre la llave, pero su madre no conocía mucho el significado de ella. Sólo le dijo que el dueño de la llave tenía que guardar un gran secreto.
Un día, la curiosa princesa salió del castillo con la llave. Estaba muy decidida a descubrir de dónde venía aquel misterioso objeto. Mientras caminaba, la princesa se encontró con un viejo bosque.
Las hojas del bosque susurraban suavemente, como si guardaran un secreto. La princesa siguió el camino del bosque y vio un anciano sentado a la entrada de una cueva. El anciano le habló a la princesa y le dijo que la llave que ella llevaba era la llave para el cielo.
El anciano le dijo que cada mil años, una sola persona podía abrir el cielo con esa misma llave. Y aquella persona era ella: la princesa. La joven princesa sintió una gran emoción, pero también una gran aprehensión. ¿Estaría preparada para abrir el cielo con la misma llave?
Inconfundible pero asustada, la princesa corrió hacia el castillo y entró en su habitación. Miró la llave de oro que sostenía entre sus manos y recordó el consejo del anciano.
Decidiéndose a usar la llave, salió del castillo sin que nadie la viera. Corrió hacia el bosque y encontró de nuevo al anciano. El anciano le dijo que sólo ella podía abrir el cielo.
La princesa insertó la llave en una puerta brillante y, milagrosamente, la puerta comenzó a abrirse. Lo que vio a través de ella la maravilló por completo. No había un hermoso firmamento, sino algo mucho mejor.
La princesa abrió los ojos de admiración y se encontró con incontables estrellas doradas y completamente brillantes, arcoiris que se extienden a lo lejos y miles de planetas que se mezclan en el cielo. El cabello de la princesa flotaba suavemente con el viento del cielo mientras la princesa estaba quieta, asombrada.
La princesa había descubierto un lugar mágico, un lugar muy especial. Y aquel lugar fue descubierto gracias a la llave del cielo. Desde entonces, la princesa abría el cielo con su llave una y otra vez para admirar su belleza y proyectar su imaginación. El secreto del cielo era ahora suyo para siempre. La princesa se había transformado, gracias a la llave del cielo, en una verdadera heroína. Tendida con un brillo de luz, el mensaje de su destino y su hazaña se propagaba como el viento, un silbato de libertad para todos la que auxiliaban en su búsqueda y la animaban desde el segundo uno. Con la llave del cielo, la princesa llenó su corazón de valor y descubrió el camino a casa para volver a ser feliz, tal como pertenecía.