La princesa y el espejo de la verdad

Estamos ante una historia milenaria, de aquellas que aún despiertan en nuestra imaginación, de magia, princesas, hechizos y, por supuesto, destino. Esta historia gire en torno a La Princesa y El Espejo de la Verdad, dos objectos que jugaran un papel protagonista en la vida de nuestra protagonista. El destino de la princesa girara en torno a estos dos objetos, y ella deberá enfrentarse a la verdad para recuperar el honor perdido de su familia. ¿Qué decisión tomará la princesa al descubrir el misterio del espejo? ¿Podrá el destino recomponer lo que el pasado destruyó? La princesa Ilda tenía catorce años el día que su abuela, la Reina más anciana del reino, la llamó a su presencia. Ilda recibió un regalo con mucho cariño de la Reina, era un pequeño espejo mágico.

“Este espejo fue creado por los magos más poderosos del reino,” dijo la Reina mientras sostenía el espejo mágico. “Cuando lo miras en él veras a tu verdadero yo, no solo tu físico sino también tu verdadero yo interno”.

Ilda estaba intrigada por el regalo de su abuela y decidió probarlo. Con suavidad tocó el espejo con su dedo índice. Hubo un destello de luz y de pronto apareció su propio reflejo.

Ilda notó que había algo diferente en su reflejo. Parte de su rostro estaba cubierto con una máscara de seda blanca. Curiosa, decidió tocarla y fue entonces cuando notó una cosa extraña, sentía que ya conocía a esta persona bajo la máscara.

En ese momento, el espejo de la verdad emitió una luz cálida. Entonces se abrió un portal y Ilda se dio cuenta de que solo ella podía verlo. Se sumergió en el portal, pasando a través de múltiples dimensiones con escenarios deslumbrantes.

Cuando salió del portal, vio que estaba parada frente a la puerta de un castillo. Llamó a la puerta y fue abierta por una hermosa dama. Era la dama bajo la máscara del espejo.

La damisela le explicó a Ilda que ella era la encarnación de su verdadero yo. Invitó a Ilda a pasar por el castillo, y mientras la guíaba por las salas, la dama le contó cómo el castillo era el refugio de personas que dejaban de lado el miedo y la vergüenza para aceptar a su verdadero yo.

Ilda estaba profundamente impresionada por todo lo que vio en el castillo, y mientras seguían el camino comenzaron a tener una conversación. La damisela le habló sobre la importancia de ser genuino y honesto con uno mismo, algo que Ilda había olvidado. A medida que la conversación avanzaba, Ilda comenzó a sentirse segura de sí misma y se dio cuenta de que podía ser auténtica.

Mientras los dos hablaban, la hermosa damisela comenzó a desaparecer, sin embargo antes de perderse le dijo a Ilda que siempre recordara quién es realmente ella. Entonces el portal se cerró y Ilda regresó al palacio, con su espejo en su regazo.

Cuando Ilda regresó a su casa se sentía diferente, como si supiera algo que nadie más sabía. Ella sabía que todos los días, todos necesitamos recordar quiénes somos realmente y estar orgullosos de ello, sin temor a nada.

Aquella noche, Ilda colgó de una pared de la habitación el espejo de la verdad, como un recordatorio de que ella era una princesa valiente con un verdadero yo. El espejo de la verdad con su milagroso poder había liberado al reino de su más triste destino.
La princesa se sintió orgullosa y feliz de que su noble esfuerzo hubiera valido la pena.
Ahora vive feliz todos los días y sabe que la verdad siempre ganará.
¡Que así sea!