La princesa y el jardín de las hadas

En el corazón de un castillo encantado, tras una gran verja de hierro, se encontraba el místico jardín de las hadas. Era el lugar donde el destino unió el camino de una hermosa princesa y los misterios del reino oculto. Éste era un lugar donde ella podría buscar la magia de su corazón y la de los reinos a su alrededor. Un día, la princesa salió a paseo por el bosque. Se apresuró en una suave brisa de primavera. De repente, ella sintió que estaba rodeada por una energía mágica que provenía de las hojas brillantes y el canto de los pájaros. La joven atravesó el bosque y llegó a un encantado jardín de hadas.

Se llevó la mano a la boca en asombro al ver que el jardín estaba lleno de flores de color pastel que llegaban hasta el cielo. Las aguas gotearon, desde la cascada central, sobre un camino que se asemejaba a una anchurosa alfombra, y los árboles cubrían el camino con sus ramas.

Un viento fresco penetraba desde la entrada del jardín. Notó que, alrededor de ella, había un suave murmullo de dulces voces de hadas conversando. Un rato más tarde, la princesa se acercó a un hermoso seto y descubrió unas cuantas hadas descansando sobre la hierba. 

Cada una de las hadas la saludaron con una sonrisa contagiosa. Atenta a cada detalle de los pequeños seres, la princesa vio que llevaban trajes alegres, con el vuelo creativo de los colores del arco iris. La princesa entendió que no eran algo “real”, aunque sus almas brillaban con luz propia.

Descubrió también que delante de cada hada había un círculo de gemas de un tono color purpura profundo. Estas gemas brillaban con la luz de la luna y su misterioso brillo se reflejaba en el camino de piedras del jardín.

De repente, la princesa observó que una hermosa hada salía del círculo. Esta hada tenía cabello azul profundo que brillaba en la luz de la luna, con una túnica blanca bordada de luz de estrellas. El rostro de la hada irradiaba calidez, y la princesa sintió un profundo amor hacia ella.

La princesa alcanzó a escuchar que la hada reina decía: “Bienvenida a nuestro jardín, princesa. Esperamos que aquí disfrutes la magia que hemos creado. Primero haremos un juego para mostrarte nuestro hogar”. La hada la miró con bondad. “¿Sabes? No hay mucha gente que pueda encontrar nuestro jardín aquí”.

La princesa se sintió honrada de ser invitada a jugar con ellas. Se apresuró por el sendero y pasó a través de los círculos de luz. Pronto llegó a un valle mágico llamado valle de la luz de hadas, un lugar donde la luz del sol y la luz de la luna, unían sus magias para crear una luz pura y universo maravilloso.

Alrededor del valle colgaba una red de hadas y estrellas que brillaban en la oscuridad. Ella quedó hipnotizada por el espectáculo mágico de luces. Las hadas comenzaron a cantar una melodía dulce y su sorpresa fue máxima cuando descubrió que su voz hacía que los colores de la luz cambiaran de tono.

Cuando la luz desapareció, las hadas desaparecieron igualmente, después de haber brindado a la princesa un maravilloso regalo, una extraña fruta que ella devoró al instante. El sabor de la fruta era dulce y refrescante, como si hubiera sido hecha con amor mágico.

La princesa se fue con una sensación de profunda felicidad. Sabía que este lugar tendría un lugar especial en su corazón y que los grandes momentos que había vivido, nunca serían olvidados. La princesa decidió que el resto de su vida sería dedicado a preservar el mágico jardín de las hadas, para que todos pudieran disfrutar de su belleza tanto como ella. Ella dice con alegría “Nunca olvidaré la magia de este lugar, porque está viva en mi corazón para siempre”.