La princesa y el guardián del bosque

En la profundidad del bosque, hay una rica tradición de cuentos de hadas contados siglos atrás. Uno de ellos ha sobrevivido al paso del tiempo, el cual narra el encuentro de una princesa con un guardián misterioso del bosque. Esta historia encierra un mensaje que la princesa aprendería para descubrir el destino que Dios tenía para ella, pero para entenderlo, primero debemos conocer la historia del guardián del bosque. Había una joven princesa que vivía en un lujoso palacio con sus padres, el rey y la reina. A la princesa le encantaba pasear luego de los estudios y antes de comer por el gran bosque que rodeaba el reino. Su madre le había prohibido aventurarse solo, así que siempre estaba acompañada de sus guardias de la corte.

Durante una de estas caminatas con sus guardias, la princesa escuchó un increíble concierto de pájaros que provenía de un bosque distante. Se detuvo y se maravilló ante la belleza de sus melodías. Entonces, sintió una inmensa curiosidad por explorar el misterioso bosque y decidió llevar sus pasos hacia allá.

Sin embargo, a medida que pasaba la tarde, pronto se encontró inmersa en un remoto terreno, sin rastro de sus guardias. La princesa iba a volver al palacio, pero la oscuridad empezó a caer alrededor de ella.

Justo cuando parecía que el destino la había abandonado, vio una pequeña luz brillando entre los árboles. Se acercó y encontró una pequeña casa de madera. Ella apoyó sus manos sobre la puerta y llamó suavemente.

De repente, se abrió una ventana y apareció el guardián del bosque; un viejo mago con una larga barba y una grisácea túnica con botones de cuentas doradas. El guardián supo de inmediato que la princesa estaba desorientada, así que decidió ayudarla a encontrar su camino de regreso a su hogar.

El guardián del bosque la guió a través del frondoso bosque en la oscuridad. A medida que caminaban, les acompañaban aquellas mismas melodías mágicas que ella había escuchado muchas horas antes.

Cuando llegó a la puerta del reino, la princesa se despedía del guardián del bosque. Pero él le dijo que para agradecer su hospitalidad debería regresar al bosque algunas veces. La princesa asintió y, agradecida, se despidió.

Cada vez que el guardián escuchaba la melodía de los pájaros, se acordaba de aquella noche en la que salvó a la princesa y la regresó a su reino. Incluso, cuando la princesa regresó al bosque para agradecerle, escondió algunas de sus joyas entre los árboles como regalo para el guardián.

Desde entonces, cada vez que la princesa volvía a pasear por el bosque recordaba los sentimientos de gratitud que tenía hacia el guardián. La princesa ahora entendía que el bosque, y todos sus parajes, formaban parte de un hermoso amor. Tras su arriesgada aventura, la princesa y el guardián del bosque habían aprendido mucho el uno del otro. Vivirían para siempre en armonía, gracias a un nuevo y profundo amor que arraigaría sus corazones. El bosque siempre recordaría con cariño la historia de la princesa y el guardián, cuyo destino los había unido para siempre.